Pizarra de uso individual, compuesta por una lámina rectangular de pizarra pulimentada creando una superficie apta para escribir por ambas caras y un marco de madera, con los listones ensamblados, en uno de los cuales presenta un orificio por donde se pasaba un cordel del que colgaba el trapo para borrar lo escrito.
Pieza de uso escolar, empleada por los niños en la escuela, a modo de cuaderno, para escribir y practicar hasta adquirir destreza en la caligrafía o para realizar cálculos y otros ejercicios. Sobre ellas se escribía con pizarrines (barritas hechas de pizarra ), con clarión (pasta de yeso y greda) o con tiza, y se podían borrar lo escrito fácilmente con un borrador de fieltro y mango de madera. En las pizarras individuales, para facilitar el borrado, el alumno solía escupir sobre ella y a continuación se frotaba con el trapo. Esta costumbre tan poco higiénica acabó con el uso de las pizarras individuales.
En los catálogos de las editoriales que proporcionaban estas pizarras a las escuelas de principios del siglo XX, como Calleja, Hernando, Hijos de Santiago Rodríguez o Magisterio Español, ofrecen diferentes modelos y precios: la lámina podía ser de pizarra, piedra o mineral (llamadas "pizarras naturales"); de cartón tratado y pulimentado (llamadas "pizarras artificiales"); de tela inglesa, realizadas con telas sólidas barnizadas con gutapercha; de hule; y otras denominadas irrompibles, más resistentes y duraderas. Incluso ofrecen una pizarra de "puras fibras de madera químicamente transformadas".