Paño de lino blanco, tejido de tafetán industrial. Posee una labor de encaje a la aguja, deshilado, para formar una gran cruz en el centro y cerca de los bordes una cenefa a modo de marco. Los orillos se han deshilado para hacer flecos.
El paño de ofrenda es un elemento que forma parte del ritual de la ofrenda de pan a los difuntos, que, junto a la ofrenda de luz, se realizaba en las exequias fúnebres, novenario, domingos y festivos del periodo de luto de la familia por la muerte de un miembro de ésta. Habitualmente esta ofrenda se disponía sobre un cestillo de mimbre envuelto en el paño que se depositaba en la sepultura familiar, "jarleku". Finalizado el oficio, los panes se recogían y distribuían entre el personal de la iglesia, (sacerdotes, seroras...), y los niños y necesitados de la comunidad, o se reservaban para su reutilización en otros oficios religiosos.
Al igual que la ofrenda de luz servía para iluminar el camino y el alma del difunto, la ofrenda del pan simbolizaba el alimento que se quería proporcionar a las almas de los muertos. La ofrenda del pan ha ido paulatinamente desapareciendo, tomando su lugar la costumbre de depositar dinero en la sepultura por parte de familiares y vecinos, con el que sufragar misas a favor del sustento espiritual del finado.
Las hermanas Rosa e Inocencia González se instalaron en San Sebastián tras su vuelta de Filipinas, donde habían vivido con su padre, oriundo de Burgos, abriendo una casa de modas en su amplio piso de la calle de Fuenterrabia nº 9 en San Sebastián. Rosa casó con el agente de aduanas José Azcue y tuvieron una hija, Maria, "Maritxu", que, tras el fallecimiento de su madre en la década de 1970, siguió viviendo en aquel piso hasta su muerte en 1992, siendo recogido por su prima Miren Iciar, hija de Garbiñe Azkue Uribe y Kepa de Miguel.
El Museo conserva una fotografía de 1900 con las hermanas Rosa e Inocencia González y el personal de su taller en el claustro del Museo San Telmo (ver, F-003888).