Esta escultura gótica representa a la Virgen Blanca y es la imagen más antigua que se conserva de la patrona de Vitoria-Gasteiz. Durante siglos ha estado a la vista de la devoción popular en los muros de la iglesia de San Miguel y ha cambiado su ubicación según se desarrollaba el urbanismo de la ciudad. A mediados del siglo XVI estuvo ubicada en el ábside, en una capilla orientada a la plaza del Machete, y en 1788 se trasladó al pórtico de la iglesia, a resguardo de una hornacina y mirando a la plaza de su propio nombre.
Está tallada en piedra caliza y sabemos que fue policromada hasta en once ocasiones. La policromía visible actualmente, en blancos, azules y ocres, data posiblemente de finales del siglo XIX.
La talla trasmite la humanización de los personajes sagrados, propia del estilo gótico, y subraya el aspecto maternal de la Virgen. Madre e Hijo muestran una actitud majestuosa y aunque presentan una postura un tanto rígida y frontal, enlazan con el ideal de belleza amable y cercana propia de la escultura de las catedrales del gótico francés.
María, de cara dulce y gesto sereno, lleva una flor, metáfora del fruto que es su Hijo, y nos presenta amablemente al Niño, que bendice y porta la esfera universal como símbolo de su poder. Coronada como reina de los cielos, viste un manto recogido a la izquierda que cae con naturalidad creando suaves pliegues en diagonal y una túnica cerrada al cuello en un broche circular.