El sexo es uno de los temas recurrentes más habituales en la obra de Juan Hidalgo. Esta obra (fotografía de 1969) forma conceptualmente un díptico con otra fotografía de similares características, donde el desnudo es masculino. La relación del sexo con la naturaleza es algo habitual en la historia del arte, y es nuestra actitud en relación con la naturaleza el telón de fondo de nuestros problemas con el sexo y con el género. Decimos que el sexo esta presente en la obra de Hidalgo de forma habitual, pero tal vez sería mejor hablar de género en lugar de sexo. Hidalgo aborda el tema desde la tradición icónica, pero también desde la simbología, la ironía y la superación de la cotidianeidad que hace de la pasión, del amor, algo similar a un gesto cotidiano, aunque nunca vulgar. Redistribuyendo los papeles de los protagonistas de forma diferente, alterando los roles habituales: dando paso de forma normalizada al cuerpo de los hombres, a las parejas de un mismo sexo, a dos hombres, donde la belleza no es un atributo convencional. En esta obra el desnudo es el de una mujer yacente, como dormida, ajena al uso de su cuerpo. La imagen repite el uso tradicional del cuerpo de la mujer en la escenografía artística; una imagen poco habitual en la obra de Hidalgo, y con una larga y conocida tradición histórica que usa el cuerpo de la mujer como objeto sexual, que muestra su sexo como en una naturaleza muerta. Sirve el cuerpo de la mujer de soporte para ofrecer el objeto, en este caso una planta carnívora que inevitablemente nos lleva a los miedos del hombre de la vagina dentata, al abismo del sexo, del cuerpo de la mujer como origen de la vida pero también como destino y lugar de la muerte (la petite mort) que el sexo depara al hombre y a todos los mortales que se adentran por esa geografía letal. La relación de los sexos con las flores y los vegetales está presente en la cultura popular y también en la alta cultura, en la historia del arte, pero muy especialmente en la breve historia de la fotografía, desde sus orígenes, teniendo a los trabajos de Weston y de Warhol como dos de sus más conocidos ejemplos. También Juan Hidalgo plantea esas similitudes en los dos desnudos (masculino y femenino,) resaltando la belleza en la flor del masculino y el peligro en el desnudo femenino con esta planta carnívora. Desde la tradición del arte clásico, el desnudo repite el tratamiento habitual, pero la repetición y fragmentación del tema, realizando una aproximación en cada cuadro, en forma de seriación, y el uso del blanco y negro, convierte un tema tradicional en una obra totalmente actual, que aborda no solo el sexo y su representación, o el simbolismo de elementos sexuales, sino la importancia de la naturaleza en nuestros comportamientos, miedos y obsesiones diarios.
Rosa Olivares
Exposición El arte y el Sistema (del arte). Acto 1. Colección Artium, 2017
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En Flor y mujer -pendant de otra fotografía en dos secuencias realizada en 1969 en la que el sexo masculino se relaciona también con vegetales- Juan Hidalgo parafrasea al Man Ray de la primera época parisina en la que el cuerpo femenino condensa una atmósfera de misterio e inquietud, de atracción y resistencia, de placer y peligro. Flor y mujer se basa en la idea de "colocación", empleando el cuerpo como peana o como fondo de un objeto -en este caso una flor carnívora, es decir, el mito biológico de la Mantis religiosa y el mito surrealista de la "vagina dentada"- un dispositivo misterioso y obsceno. Se basa también en la idea de secuencia, en la que la sugerencia no es tanto cinematográfica como de suspensión del tiempo, situando el cuerpo en un espacio de ficción narrativa, sin localización y sin temporalidad.
Javier San Martín
Catálogo ARTIUM: La colección, 2004