Enmarcar el paisaje, vivir en el paisaje, recorrer el paisaje, pintar el paisaje, despintar el paisaje, poetizar el paisaje, desplazar el paisaje, apropiarse del paisaje... han sido acciones todas ellas que Perejaume no ha dejado de realizar desde sus inicios como pintor, pero también como licenciado en Historia del Arte, formación que ha tenido una fuerte presencia a lo largo de su trayectoria artística. Y tampoco debemos olvidar su intensa actividad en el ámbito de la literatura y la poesía, que también subyace en su trabajo. La suya ha sido una continuada reflexión sobre la pintura y el paisaje, un paisaje que se refiere tanto a su entorno más inmediato -que ha recorrido infinidad de veces andando, desde el Mediterráneo de su localidad natal, Sant Pol de Mar, a las montañas cercanas del Montnegre, en donde tiene su estudio-, como un paisaje que es observado bajo el prisma de otros artistas, apropiándose de la firma de pintores como Courbet, Mondrian, Nolde o Sunyer, en un ejercicio de doble dirección: hallar por parte de Perejaume un paisaje que podría haber sido pintado por alguno de estos pintores, fotografiarlo e inscribirle su firma. En 1986, Perejaume se interesó por uno de los componentes de la pintura, el marco dorado, como ventana teatral que delimita un paisaje, y empezó a desplazarse por el paisaje interviniendo directamente en él con fragmentos de marcos dorados. Ya fuera en la cima de una montaña enmarcando su cumbre, clavado en un paisaje invernal o bien flotando sobre el mar, el marco dorado le sirvió para ampliar su forma de abordar el paisaje. Ya no se trataba de representarlo pictóricamente, sino de intervenir directamente en él, de recurrir al ready-made y hacerlo de una forma sublime, como señalaría Boris Groys. Este mismo desplazamiento lo estableció en la pieza Platja (1990), en la que el marco dorado enmarca un fragmento de playa, respetando de forma muy precisa el relieve que insinúan piedras, arena y agua, y remitiéndonos, al mismo tiempo, a esos horizontes montañosos, también perfilados con molduras doradas, que realizaría al año siguiente. Tampoco debemos olvidar la importancia que la escritura posee en su proyecto artístico, puesto que esta corre en paralelo a su obra como artista. Ese mismo año, 1990, Perejaume publicó el texto Montblanc, Mont-roig, Montnegre y en él escribía: "Empezamos a valernos de pigmentos tecnológicos con luz mutante, y nos gustan, igualmente, conjuntas, la tecnología tradicional al óleo o al bronce, la fotografía verista con marco dorado y moldura antigua, y el uso indistinto de la palabra o la imagen en las grandes abreviaturas de un collage también instrumental." Estas palabras resumen de forma muy concisa el que ha sido una constante en su trayectoria artística, seguir reflexionando sobre el propio hecho pictórico, expandiendo la mirada sobre él y aportando nuevas perspectivas sobre conceptos tan inmemoriales en la historia del arte, como son la pintura y el paisaje.
Glòria Picazo
Exposición El arte y el Sistema (del arte). Acto 1. Colección Artium, 2017
-------------------------
Platja, de 1990, implica una forma culta y altamente refinada de paisajismo. Más allá de la exploración de la naturaleza, una obra como esta devuelve al entorno natural algunos elementos de la cultura. El marco dorado, símbolo de una tradición pictórica y una distinción cultural, se adapta en este caso a la azarosa orografía de la playa: pierde su imperturbable rigidez para acomodarse suavemente a las irregularidades del terreno, para fundirse con el paisaje.
Javier San Martín
Catálogo ARTIUM: La colección, 2004