Es durante el llamado modernismo tardío que la pintura como medio artístico sufre una revolución en sus bases a partir de conceptos como abstracción, forma e in-forma, realidad y sustancia, poesía y materia, discurso y utopía, entre otros términos. Durante la década de 1960, la pintura es permeable a la influencia francesa y norteamericana: Henri Michaux y Jackson Pollock en el mismo plano de inmanencia. Ese contexto es perceptible en la obra de Amable Arias del periodo. De irónico título, Demostración irrefutable de las paralelas según Eli de Gortari fue expuesta en la exposición de la Galería Barandiarán de San Sebastián, en 1966, una muestra que parecía catalizar, aún de manera fugaz, el espíritu de una Escuela Vasca.
La relación entre un sistema para arte y, por otra parte, su autonomía, alimenta el debate de las ideas desde las primeras vanguardias del siglo xx. A menudo, esta discusión adopta una fórmula más básica y en continua disputa: norma y/o arte. El discurso artístico por un lado, y la autonomía por el otro, a menudo alojan en su interior una problemática de carácter existencial: cuando la personalidad y la voluntad inquebrantable del sujeto determinan el arte. Es el caso de Amable. Una vida que oscila entre el caos y la búsqueda de orden, el destino, y la sobredeterminación y causalidad provocadas. Este lienzo es representativo, en el dominio de la estética, entre caos y ordenación, cosmos y manualidad afectiva. El arte como afecto, como capacidad de afectación. Aquí, el arte y la poesía guían las emociones, así como el significado de la vida. O, dicho de otra manera, la condición humana de un existencialismo, donde el trauma encuentra refugio en la experiencia estética, el umbral donde ponerse a resguardo. La putrefacción o corrupción material de las cosas es entonces para el artista expresión para la subjetividad: un cálido campo y un tejido expandido para alojar un suave dripping que no es todavía (aquí) signo caligráfico. La pintura es aquí la más directa exhibición de la materialidad de la forma.
Pero aún el dominio de la estética es una prolongación del idealismo social y político más avanzado en la época. La herencia de aquellos días. El informalismo (el propio Michaux) y el existencialismo de Jean-Paul Sartre se congenian entonces con la corriente humanista, cálida, de un marxismo ejemplificado por el espíritu de la utopía y el principio esperanza del pensador alemán Ernst Bloch. He aquí un posible marco político-ideológico con el que leer esta obra de Amable Arias, para quien el cobijo en sus lecturas de teoría marxista contiene un halo de resistencia e insumisión. Contra el sistema, también. Y siempre en medio de unas condiciones económicas y materiales perentorias.
Peio Aguirre
Exposición El arte y el Sistema (del arte). Acto 1. Colección Artium, 2017
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Demostración irrefutable de las paralelas según Eli de Gortari, de 1966, es un manifiesto de "atomización" de la pintura, un tejido fragmentado y sin forma, una especie de Pollock visto frontalmente, como si el plano de pintura sobre el que trabajaba el pintor estadounidense hubiera girado noventa grados y la lluvia de pintura -el dripping que arrojaba sobre el lienzo situado en el suelo- apareciera aquí visto frontalmente como una cortina de persistente sirimiri. Hay, sin embargo, dos diferencias clave con el pintor estadounidense: la pintura no ha sido arrojada, sino cuidadosamente depositada con la punta del pincel, individualizando cada uno de los toques; así como el hecho de que el espacio no se encuentra uniformemente cubierto por la trama de color, sino que aparece como cascada, dejando un gran hueco cavernoso en la parte inferior izquierda. Lo que en Pollock era un ejercicio dionisíaco y desesperado, se ha convertido en Amable en una letanía minuciosa de belleza y de commpromiso con el trabajo del pintor.
Javier San Martín
Catálogo ARTIUM: La colección, 2004