Daniel Zuloaga (1852-1921), tío de Ignacio Zuloaga, fue uno de los mejores ceramistas del momento, no sólo en la creación de piezas individualizadas sino en el uso de la cerámica como revestimiento arquitectónico y elemento decorativo de fachadas, interiores, etc.
Zuloaga recibe su formación como ceramista en la fábrica francesa de mayor prestigio en Europa, en Sévres, lo que le permitió conocer todos los secretos del oficio. De vuelta en Madrid inicia una importante carrera artística -con bastantes sobresaltos económicos debidos a la complejidad de la empresa- y se convierte en el mejor ceramista del momento. Sus revestimientos cerámicos decoran importantes edificios de Madrid, Castilla, Cantabria y el País Vasco.
En su etapa de madurez, Zuloaga se instala en Segovia, en la antigua iglesia de San Juan de los Caballeros que convierte en su taller. Allí inicia, sobre todo a partir de 1914, una importante producción de obra en pequeño formato que le da gran popularidad y que tenía una muy buena salida en el mercado. Un buen ejemplo sería esta placa cerámica con una vista de la catedral de Segovia, así como otras piezas, jarrones, cajas, etc. también en la colección de este museo.