Esta obra sigue la corriente del gusto refinado del Segundo Imperio en el que triunfaron determinadas temáticas como la "españolada" o los espadachines. Este tipo de temas, ligados al nuevo gusto burgués mediante la representación de intrascendentes asuntos de época, eran muy apreciados entre las clases altas europeas, tanto que por ejemplo, las colonias artísticas en Roma y París la utilizaban profusamente como recurso creativo. Zamacois destaca la presencia de las figuras situándolas en un espacio sin concesión a la profundidad y revela al espectador la personalidad de sus personajes. El tipo español - un arriero o bandolero - que porta un garrote y lleva las alforjas llenas, se revela como un personaje rudo, que, sin embargo, apaciblemente se detiene y pierde su mirada en la lejanía. Se presenta como una persona que parece reflexionar sobre su manera de ser y actuar. El austero escenario, conformado solamente por una columna clásica, destaca su protagonismo (Javier Novo, 2006)