Lo real y lo soñado se confunden a menudo en la obra de Mari Puri Herrero, como en este díptico formado por dos cuadros de diferentes dimensiones que, además, están pintados sobre soportes realizados con materiales también diferentes: tablero el más pequeño, lienzo el más grande. En ambos la artista ha representado el mismo motivo: un barco que navega solitario entre nubes y bruma. No hay presencia humana alguna en los cuadros, pintados en una envolvente tonalidad azul, muy intensa, casi ultramar, en el caso del barco. Los dos están ejecutados con la pincelada suelta y abierta característica de las obras de madurez de la autora, que trabaja aquí con gran libertad expresiva. La imagen del barco alude al transcurrir del tiempo y, si se miran con atención los dos cuadros, puede observarse que cada escena representa un momento distinto en el navegar de la embarcación: en el de menor tamaño la nube está algo adelantada al barco; en el otro éste ha comenzado a dejarla atrás. Obra singular de una artista que ha entendido el ejercicio de la pintura como un viaje rico en sugerencias, El barco azul forma parte de un grupo de obras realizadas entre 1985 y 1986 sobre El día y la noche que se expresaban a través de atmósferas de color. El barco azul surge de su intuición de que "la noche tiene algo del día, y el día algo de la noche". En la obra ambos comparten el color rosa terroso de la primera luz del día. (Miriam Alzuri)