La escultura representa un torso femenino, realizado a partir del ensamblaje de planchas de hierro que eliminan su volumetría. A pesar del tratamiento esquemático y frontal, se distinguen las formas del pecho y las nalgas, y los tres pliegues de la falda que dan nombre a la escultura. Es una de las primeras obras de González, precursora de una larga serie, en donde la figura femenina aparece de pie y en un tamaño cercano al natural. Fue realizada a comienzos de la década de los años treinta, preludio de la etapa más experimental en la carrera del escultor, que tendrá como consecuencia un conjunto de obras por las que fue calificado como «padre de la escultura en hierro del siglo XX».
Tras sus inicios como orfebre en el taller familiar, Julio González se trasladó a París en 1899 con el propósito de convertirse en pintor. Allí conoció a otros artistas españoles como Pablo Gargallo y Francisco Durrio, y dio un giro a su carrera al realizar y exponer trabajos en metal. En 11927 elaboró sus primeras esculturas en hierro, y un año más tarde inició su fecunda colaboración con Picasso, que durará hasta 1932, en una serie de esculturas en hierro forjado. Sus sólidos conocimientos sobre las técnicas del dibujo y el trabajo del metal contribuyeron a la creación de un nuevo lenguaje, que marcará el desarrollo de la escultura contemporánea. [Marta García Maruri]