Pintura de formato vertical que representa el Bautismo de Jesús, representado de pie, dentro del Río Jordán en el que introduce sus pies, sujetando su túnica roja con ambas manos cruzadas sobre el pecho e inclinando la cabeza para recibir el agua que vierte sobre ella San Juan valiéndose de una concha. Éste se sitúa en la orilla derecha, portando la cruz con el lábaro con la mano izquierda e inclina igualmente su cabeza de forma respetuosa. Viste una piel clara, con ceñidor y un largo manto pardo que cruza por el pecho y se abre para dejar ver su costado arrastrándose un extremo sobre el suelo. El paisaje, con un horizonte bajo, se completa con el curso del río que se pierde a lo lejos entre ambos personajes, y un árbol en la margen izquierda, donde cuelga el manto de Jesús. En la parte superior del cuadro sobrevuelan la escena la paloma del Espíritu Santo envuelto en una ráfaga luminosa y la figura del Padre Eterno, caracterizado como un anciano de barba blanca que se recuesta sobre una nube, vistiendo una túnica rosa y un manto amarillo que rodea la figura.
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