Escultor, orfebre y ceramista, Francisco Durrio desempeñó un papel fundamental en la difusión de las propuestas sintetistas de Gauguin y su círculo, que defendían el tratamiento subjetivo del color y la intensificación de la expresividad frente a la representación mimética del mundo real. Se formó en Bilbao, donde su familia se estableció poco tiempo después del nacimiento del artista, y Madrid, aunque en 1889 se instaló en París. La mayor parte de los artistas españoles que viajaban a esa ciudad mantuvieron contacto con él, como Iturrino, Zuloaga, Echevarría, Hugué y Picasso, entre otros. Su admiración por Gauguin, con quien mantuvo una estrecha relación profesional y personal, fue clave en la definición de su propio trabajo artístico, en el que se entremezclan elementos procedentes del modernismo y del simbolismo.
Como orfebre, Durrio, que había presentado por primera vez sus joyas en el Salón de Otoño de París de 1904, trabajó sobre todo con el oro y la plata, aplicando distintos tipos de pulido. Realizó hebillas, anillos, broches, alfileres y collares, cincelados en plata, algunos de ellos con piedras semipreciosas, y en los que recrea distintos motivos ornamentales de herencia modernista y simbolista. [Miriam Alzuri] [María Amézaga]