La práctica artística y su materialización expositiva conllevan una serie de relaciones espaciales y perceptivas. Su sola presencia física propone una amalgama de estímulos, en torno a texturas, disposiciones y elementos, que crean un nuevo espacio de interpretación desde el entorno en que se sitúa. Esta irrupción del significante necesita de la interacción de la mirada externa como punto de partida ---y llegada--- para la consecución de un diálogo abierto. Es entonces cuando la experiencia individual y los códigos culturales que la acompañan adquieren una relevancia imprescindible en la vertebración del relato final. Obra y mirada necesitan de lugares comunes que actúen como puntos de entrada a un discurso que se erige sobre la relación entre ambos mundos.
En concreto, la instalación como dispositivo, permite su propia expansión hacia una multiplicidad de interacciones internas que devienen en matices inestables pero certeros, como una estructura multitarea en la que la gestión de los focos de atención disloca la narración cerrada. La construcción escultórica, el vídeo, los espacios inhabitados ---pero habitables--- o la imagen fotográfica hablan desde una identidad que se resitúa en su convivencia con el resto. La narrativa se desarrolla, por tanto, en diferentes niveles y se codifica desde los trazos que componen un sistema de referencia. Este se basa en la puesta en juego de todos sus elementos formales y conceptuales, listos para ser abordados en cada nuevo encuentro.
Desde la pieza que nos ocupa, se nos propone un abanico de códigos cotidianos afines a la cultura de masas, conjugando elementos con un arraigo tan local y popular como el encapuchado o el futbolista. Todo ingrediente desata su resonancia y delimita, a la vez que acciona consecuencias en el compendio de la instalación. Existe un doble juego entre el protagonismo de los signos identificables y la saturación de los mismos, conformando relaciones de tensión entre el contenido que la instalación es capaz de presentar y las diferentes maneras de deglución, jerarquización y selección que esta permite. En la disposición espacial, lo político se inserta como un posicionamiento encerrado por la estructura de madera, cercana pero inaccesible, modular pero estática, personal y compartida.
La potencia de LM & SP (un hombre de poca moral y algo de persuasión) reside entonces en este constante intercambio entre lo que ofrece y lo que quita. Entre un discurso alimentado por múltiples referencias que, a la vez, lo desbordan, y un componente escultórico que se encierra a sí mismo y que queda relegado a un armazón, casi a un mueble. Pero, sobre todo, emerge en los espacios libres que quedan sin cerrar, en los vacíos de una narración sin linealidad u objetivo, en la oportunidad de que deba ser nuestra acción la que complete, resitúe y cierre el proceso para volver a abrirlo de nuevo.
Iker Fidalgo Alday
Exposición El arte y el Sistema (del arte). Acto 1. Colección Artium, 2017
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El autor recurre a la saturación de imágenes y signos, "que se matizan, niegan, superponen o simplemente coexisten"[1], para elaborar una reflexión sobre el origen de la violencia política. La construcción donde se encuentran esas imágenes es una doble habitación o fragmentos de dos habitaciones abiertas hacia lados opuestos. Por estas caras se ven sus interiores, pero no son penetrables: sendas vigas diagonales impiden el acceso. En ambos extremos de la construcción hay puertas semiabiertas, al igual que en la separación de las habitaciones, de forma que, vista longitudinalmente, la construcción es más bien un pasillo, pero imposible de recorrer por la suma de obstáculos (sillas, mesas, monitores, cajas de madera..) que se acumulan. Exteriormente, dos grandes imágenes acaparan la mirada: por un lado, una fotografía de unos jóvenes enmascarados maniobrando en una algarada callejera, en el otro, una imagen de comic representando un interior doméstico en el que, como huido de la imagen anterior, se ha introducido la imagen fotográfica de otro individuo enmascarado. Sobre una mesa hay varios libros de psicología, en las paredes hay colocados recuerdos de ídolos juveniles, en dos monitores colocados en el suelo se observan imágenes de jóvenes tocando música rock, a un abatido jugador vasco de fútbol, a varias personas aparentemente aburridas y encerradas en una habitación, portadas de libros de arte vasco... La cara del comic relaciona cuestiones referentes a la construcción del imaginario, lo psicológico y lo doméstico, es decir, a lo emocional y abstracto; la cara de la algarada, por el contrario, cita los intentos de construcción de un nuevo orden, a lo racional operativo y a los marcos de actuación. El conjunto es un "positivo/negativo" en permanente contraste dialéctico, que deja todas las puertas abiertas, como en las comedias de enredo, pero ninguna solución al alcance de la mano.
[1] Txomin Badiola, Galería Soledad Lorenzo, Madrid, 1999.
[Autoría desconocida]
Catálogo Laocoonte Devorado. Arte y violencia política, 2004
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En LM y SP (un hombre de poca moral y algo de persuasión), de 1998, nos presenta en un mismo plano de igualdad distintos signos, tanto de sus referencias artísticas como de la cultura de masas y el entorno político-social. En dos espacios comunicados por un pasillo bloqueado y delimitados por puertas entreabiertas, se muestran desordenadas varias estructuras minimalistas, reproducciones de superhéroes, dos grandes paneles de escenas relacionadas con la violencia, una mesa de camping, libros de psicología y tres monitores. En éstos se construyen melodramas habitados por personajes, sonidos, signos y pasiones, todos ellos tomados de nuestro referente colectivo. De esta manera y, alterando la linealidad, se crea una confusión en la que al buscar un sentido se reconocen sensaciones de melancolía, cargas de deseo y angustia; es un espacio capaz de crear sentimientos, que compartidos con el artista y con nuestra propia experiencia, se acercan a una sensación de realidad.
Enrique Martínez
Catálogo ARTIUM: La colección, 2004
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Compleja estructura que toma como base la sitcom, o comedia de situaciones con textos declamados, y la confrontación de violencia callejera, con un cierto tono sentimentaloide edulcorado. La instalación desarrolla un aparato de códigos que se relacionan con su entorno bilbaíno, como el Athletic o la figura del encapuchado, que configuran el particular sistema de representación simbólica del artista.
Blanca de la Torre
Exposición Montaje de Atracciones (Tirar del hilo. Colección Artium), 2012