En esta obra su ironía se ha hecho más acerada y el espíritu de amenaza que se esconde en la naturaleza animada -la boca dentada y sonriente que le ha crecido al zarzal- es más expreso. Como dato que refuerza la vinculación cinematográfica de la obra de Ameztoy, hay que decir que esta pintura no está lejos del diseño artístico de la película de Julio Médem, Vacas (1992), que llevó a cabo el propio pintor. [Javier Viar]